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El camarero con buena memoria

En cierta ocasión, charlaba con un ingeniero cubano que a su llegada a España estuvo un verano trabajando de camarero en un restaurante. Una de las cosas que más le sorprendió fue las mil formas distintas que tenemos los españoles de tomar café: con leche, con leche condensada, con unas gotas de ron, o con licor de crema, etc. Puedes encontrar una mesa con diez comensales y tener que preparar diez cafés distintos, sin que nadie repita lo mismo que ya ha pedido otro.

¿Cómo puede el camarero, tras tomar nota, saber qué café ha de servir a cada cuál? Bueno, generalmente no lo saben, y cuando vuelven con la bandeja llena de cafés van preguntado... «¿Para quién era el café americano? ¿Y el café con ron?», etc.

Pero hay algunos camareros con una estrategia que, aunque exige cierta pericia y algo de práctica, suele funcionar bastante bien: se trata de observar atentamente a los clientes con el propósito de encontrar alguna coincidencia entre el cliente y el café solicitado.

Por ejemplo:

⇒ Ese que ha pedido un cortado (café con leche en vaso pequeño) observa que tiene una mancha en la comisura de los labios, así que imagina que esa mancha es en realidad un corte que se ha hecho con el cuchillo (corte → café cortado).

⇒ El de la barba frondosa ha pedido un carajillo de ron (café con ron). ¡Claro!, si es que con esa barba solo le falta el parche en el ojo para ser como el capitán de un barco pirata navegando con las bodegas llenas de ron (barba de pirata → café con ron).

⇒ Aquel con cara de vinagre ha pedido un bombón (café con leche condensada). ¿Un bombón? Pues no está mal pensado, a ver si con algo dulce se le va ese gesto de amargado...

Etc.

La cuestión es que, al volver con los cafés, el detalle que ha observado de cada cliente le da una pista sobre qué café ha de servir a cada uno: el de la mancha que parece un corte, un cortado; el de la barba de capitán pirata, un carajillo de ron; etc. (menos mal que no podemos ver los pensamientos de los demás, si no, en vez de sorprenderse con la buena memoria del camarero, más de un cliente se indignaría por el modo en que el camarero se ha acordado de él).