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MEMORIA EXCELENTE ¡YA!
Trucos y técnicas sencillas para todos

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Donde aparqué el coche

Alguna vez he contado la anécdota de aquel día en que mi tía Amparo se volvió loca buscando el monedero hasta que un par de días después, cuando ya lo daba por perdido, de casualidad lo encontró en el frigorífico. Sucedió que al volver del mercado, mientras pensaba en otras cosas, se puso a guardar la compra: los yogures al frigorífico, los huevos al frigorífico, la mantequilla al frigorífico... y por inercia, sin darse cuenta, el monedero al frigorífico. Claro, luego no lo encontraba, ¿quién va a ponerse a buscar un monedero en el frigorífico?

Todos hemos vivido alguna situación similar y es habitual que nos quejamos de nuestra mala memoria cuando nos vemos incapaces de recordar dónde dejamos las llaves, o dónde estacionamos el coche, etc.

Realmente, esto no es un problema de memoria, sino de despistes, de falta de atención. A menudo soltamos las llaves o aparcamos el automóvil de forma inconsciente, como si fuésemos en «piloto automático»: nuestro pensamiento está en otra cosa y actuamos instintivamente sin percatamos del lugar (por eso luego no logramos recordarlo).

Un truco para evitar estos despistes es adquirir la costumbre de improvisar algún refrán, pareado o epigrama que nos ayude a recordar.

Por ejemplo, supongamos que nunca te acuerdas de dónde tienes aparcado el coche. Esto es un problema bastante común si vives o trabajas en un sitio bastante concurrido y todos los días te ves en la necesidad de dar un par de vueltas por la manzana buscado un hueco donde dejar el vehículo. Al final de la jornada, o al día siguiente, ni maldita idea de dónde pueda estar.

Pues despertemos nuestra vena poética para evitar esto. Al bajar del coche, observa algún detalle que de una pista de dónde estás.

⇒ Si has aparcado frente a la pastelería:

Da igual de noche o de día
antes de subir al coche
un pastel de la pastelería

(¡esa gula!).

⇒ Si has aparcado cerca de una obra:

Sitio en mi coche no sobra,
suerte que no he de cargar
con los restos de esa obra.

⇒ O si has aparcado frente a la sucursal bancaria:

Si alguien viene a robar al banco
y se le cae algún billete o fajo
no desaprovechemos su trabajo
que este coche no es de ningún santo.

Como apuntaba antes, no hace falta en realidad componer ningún poema, un simple refrán o inusual y llamativa frase también vale (aunque nada nos prohíbe tratar de emular a Quevedo). El hecho es que observes algún detalle significativo del lugar e improvises una fórmula original y atractiva.

Así, cuando vayas buscar el coche, piensa en ese epigrama o fórmula que compusiste ayer o esta mañana al aparcar el automóvil: verás como de inmediato, incluso sin necesidad de reconstruir las palabras, volverá a tu mente el lugar donde está estacionado.